La búsqueda de diferenciación empresarial es esencial a la
hora de posicionar y mantener una marca en la mente de los consumidores. Esta diferenciación
se realiza dotando de valores que permitan una ventaja competitiva. Debe
existir una relación directa entre los valores esperados por el consumidor y
los valores comunicados por la marca.
¿Qué es lo que valora el consumidor?
El consumidor actual valora fundamentalmente aspectos simbólicos,
experiencias colectivas (snobismo) y el sentirse bien consigo mismo (básicamente desde un punto de vista
espiritual). En resumidas cuentas se puede aseverar que hoy por hoy los
atributos funcionales o “reales” que tenga un producto quedan en un segundo
plano, el consumidor buscará “lo que le llena el ojo”, consumirá aquello que
sienta que va en relación a su deseo de alcanzar determinados objetivos personales
o proyectos, visiones y sueños de cada uno; en un mundo individual es compartir con una marca aquello que somos en esencia o aspiramos a ser.
Trasladando estos
conceptos al ámbito laboral, y a la relación empresa-empleado, el empleado deberá
ser considerado un cliente que se sentirá a gusto de trabajar en aquellas
empresas que se preocupan por la calidad en el relacionamiento con los empleados y por la mejora constante de éstos y del ambiente en el que trabajan; deberán mostrar con hechos un compromiso social y políticas que vayan en tal sentido (de aquí el auge
actual de la responsabilidad social empresarial). Cada empleado (sobre todo pensando en talentos) deberá tener compensaciones y beneficios que le permitan disfrutar su trabajo, así como también puedan
desarrollarse profesionalmente y alcanzar sus metas, dos aspectos que servirán
de estímulo automotivante para el empleado.
¿Qué hacen las empresas para dotar de valor a sus marcas?
Las empresas (o los productos que comercializan) deben ser
referentes para la sociedad; marcas referentes, el liderazgo más allá del público
objetivo o su mercado competitivo. Hoy el liderazgo de las marcas se da en un
plano trascendental: trasciende su propia misión, va desde lo social hacia lo
individual, alimentando el espíritu y ego de cada persona. Las empresas por tanto deben dotar de valores (fundamentalmente simbólicos) a sus
marcas, valores que sean compartidos por los consumidores.
En lo laboral, las empresas para retener a sus mejores empleados y
captar nuevos, deben brindar oportunidades reales de desarrollo, autonomía en
determinados procesos o decisiones, comodidad – siempre en relación directa con
la productividad esperada – y en definitiva el desarrollo de una marca
empleador fuerte que le permita al empleado sentirse a gusto donde trabaja.
En épocas donde “nada es para siempre” las marcas,
independientemente que se traten de empresas que buscan posicionarse bien ante
el mercado de oferta laboral o productos que aspiren a desarrollarse o
permanecer maduros y fuertes en el mercado de consumo, necesitan detenerse a
pensar ¿por qué seguirían consumiéndome, o por qué dejarían de hacerlo? Respondiendo
estas preguntas a modo de evaluación constante estaremos más cerca de captar y
retener clientes, así como de posicionarnos de buena manera en un mundo en
donde la vida cotidiana de las personas tiende a la disgregación social y a la
alienación virtual, en donde cuesta distinguir lo real de lo irreal y en donde
es difícil reconocer que es lo que verdaderamente importa o nos hace bien.
Y a ti, ¿qué te hace bien? ¿Qué te atrae de una marca o de una empresa donde trabajar? Me gustaría conocer vuestras opiniones al respecto.
En este que es mi primer artículo del blog en 2013 quiero aprovechar la oportunidad para saludar a cada una de las personas que se han detenido alguna vez a leer mis publicaciones. Un cordial saludo para todos, gracias de todo corazón por vuestra lectura y aporte. Éxitos!
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