Mucha es la literatura sobre cómo las empresas
y las direcciones estratégicas deben afrontar los cambios constantes que
propone a diario el mercado empresarial. El enfoque del compromiso dinámico, ya
mostraba a principio de los 90 que uno de los elementos centrales a gestionar y
controlar es la capacidad de la empresa de re-inventarse acorde a los nuevos
escenarios, para lo cuál su estructura organizacional sistémica, debía contemplar
en sus recursos y procesos esta capacidad.
Ahora bien, ¿qué pasa con el mercado de
trabajadores? La re-ingeniería empresarial no es ajena a la re-ingeniería
personal. Las empresas priman el poder creativo e innovador del personal, ya
que estos valores son los que le permiten a las empresas aggiornarse de manera
constante, pero ¿qué tan creativos, distintos e innovadores hay que ser para tener mayores oportunidades?
La creatividad para resolver
problemas, para gestionar mejor, o para aumentar la producción o ventas de
productos y servicios, son cuestiones esenciales con un
elemento común que es: “una idea”. Dicha idea siempre parte de una persona (o
equipo de personas) y es difícil
prever cuando surgirá, a quién le va a surgir y cuántos fueron
los recursos -generalmente de tiempo- utilizados. Entonces, algo importante a desarrollar en esta "re-ingeniería personal" es nuestra capacidad para generar "ideas", con visión estratégica, facilidad para el trabajo en equipos de alto rendimiento y recursos para acompasar nuestro trabajo con los objetivos empresariales.
Esta re-ingeniería tiene costos; no alcanza con ser expertos en un
saber, sino que hay que tener varios saberes, sin que estos queden al descubierto para no ser considerados “sobrecalificados”. Entonces la fórmula mágica sería tener
varios saberes (asociados o no) y manejar esta información lo más
“confidencial” posible, amoldandonos así a las necesidades del mercado empresarial. Hay que anticiparse a lo que viene, si uno estudió una carrera o
profesión que no está siendo tenida en cuenta, ver de que forma podemos
re-inventarnos a partir de ese saber y/o como adquirir un nuevo conocimiento (uno
suele ser terco -costo psicológico- en esto, buscando trabajos en lo que “estudió” pero no podemos
ir contra la corriente, hoy conocimientos específicos, rápidos de ser
aprendidos en muchos casos, suelen ser más demandados y en consecuencia mejores
pagos).
Existe una suerte de “congelamiento” que
sufren las empresas a la hora de necesitar cambiar que también la sufren las
personas a la hora de querer incorporarse o reincorporarse al mercado laboral. Todos
nos resistimos al cambio. Las empresas desarrollan políticas y culturas de
cambio, incorporan conceptos que favorecen la gestión conjunta (como por
ejemplo el de mejora continua, que en sí es la comunicación de que nuestra
empresa cambia constantemente –para bien-). Ahora bien, ¿qué políticas o
culturas aplican los centros de enseñanza (desde la cúspide), y digo más, los
países, para facilitarle la salida laboral a su población? La disonancia entre
las empresas, el mercado laboral y los potenciales trabajadores es enorme.
Disonancia responsable de la gran rotación del personal, ya que lo que las
empresas ofrecen, lo que se "enseña" y lo que el mercado de trabajadores demanda son cuestiones distintas.
Independientemente de quién o quiénes son
responsables de la situación de acceso laboral actual, algo se puede subrayar,
y es que si no nos re-inventamos en algo “atractivo” para el mercado
empresarial, nuestras oportunidades serán pocas.
¿Cómo podemos ajustarnos en tal sentido? Hay
aspectos que dependen de nosotros y otros que no. Para los que dependen de
nosotros -y a partir de nuestras posibilidades, experiencias y conocimientos- hay que buscar un área o negocio en boga, donde exista un mercado de
consumo amplio por un período largo de tiempo. También debemos aprender a
ofrecernos y “vendernos”, y que ésta oferta sea lo suficientemente atractiva
como para insertarnos o reinsertarnos en el mercado laboral. Para los aspectos
que no dependen de nosotros (como la actual crisis económica que viven varios
países) no podemos hacer nada, y es mejor no gastar energías en lamentos ni
frustraciones, sino en “cranear” la manera en que con fuerza ingresaremos o
reingresaremos al mercado laboral. En reinventarnos parece estar la clave.