El éxito de una empresa es consecuencia de diversos factores,
muchos son conocidos por la alta dirección y otros no. Contar con toda la información, tanto histórica, social, laboral, educacional, religiosa, política, legal,
económica y humana (entre otras) es esencial a la hora de "pensar" cualquier clase de negocio. "Adaptarse" a la cultura reinante o "educar" hacia un nuevo paradigma cultural es una decisión que todos los directivos deben tomar en determinados momentos.
Todos los aspectos antes mencionados son parte de la cultura
de un país, sociedad o región, y sin querer entrar en definiciones de cultura (hay más
de 100), es importante señalar que gran parte del comportamiento humano se debe
a la interacción social dentro de cierto tipo de cultura dominante. Trasladando
este concepto al ámbito empresarial, gran parte del comportamiento del personal
dentro de una empresa está dado por la cultura empresarial que se desarrolle en
el lugar de trabajo.
La cultura empresarial (u organizacional o institucional) se
construye – al igual que la social – con políticas, normas, una historia que la
avala (o acontecimiento histórico) y - entre otras cosas - con valores que nos parecen importante
transmitir, fomentar y refrendar en nuestra Organización. La cultura define la forma en que se hacen las cosas pero son las personas las que la construyen o la "direccionan". También, la cultura
empresarial está inmersa en un sistema organizacional y en un mundo de cambio constante, en donde lo único permanente (además del cambio) es justamente la cultura: las cosas cambian, los valores no, el tiempo transcurre y la “esencia”
cultural se mantiene.
La cultura empresarial,
producto de condicionantes directivas (políticas, normas) y condiciones humanas (valores, percepciones, etc), debe ser sólida y
trasnparente, con valores humanos acordes y la cuál desde la cúspide fomente la participación y
el desarrollo conjunto, la innovación y la creatividad, y el cambio en
beneficio de la mejora. Solo así lograremos el compromiso del personal y atraeremos buenos candidatos.
Liderar organizaciones no es tarea sencilla, mucho menos
cuando se hace imprescindible mantener a nuestro personal calificado y/o atraerlo
a trabajar a nuestra empresa. Son muchas las ofertas y pocas las personas
verdaderamente calificadas para desarrollarse en ciertos cargos de forma eficiente,
por lo que la rotación es grande. También para las nuevas generaciones es poco “atractivo”
permanecer más de 3 años – en el mejor de los casos – en una misma empresa, por
lo que el dilema es complejo y dar cabida a la motivación como eje de la
cultura empresarial es fundamental.
Los líderes deberán aplicar
políticas y condiciones ambientales que favorezcan la satisfacción del
personal, y tener principal cuidado en aquellos aspectos personales a ser canalizados,
ya que solo conociendo este “detalle” se podrá motivar en consonancia. No se puede liderar sin motivar. La cultura de la
motivación es prioritaria, fomentar y tomar acciones en pro del desarrollo
humano, fortalecimiento de la autoestima y “búsqueda” constante de la automotivación
deberá ser tarea de todos los días para quienes gestionan talento.
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